Una fractura ósea puede ocurrir en un segundo: una caída, un accidente, un mal paso... y el hueso se rompe. Este tipo de lesiones puede variar desde una pequeña fisura hasta una ruptura total del hueso. Aunque algunas fracturas son evidentes, otras pueden pasar desapercibidas si no se diagnostican a tiempo. Saber cómo identificarlas y actuar correctamente puede hacer la diferencia en la recuperación.
Una fractura es la ruptura total o parcial de un hueso. Puede ser:
Fractura cerrada: cuando el hueso se rompe pero no atraviesa la piel.
Fractura expuesta o abierta: cuando el hueso sobresale o hay una herida visible.
Fisura: una pequeña grieta en el hueso.
Fractura conminuta: el hueso se rompe en varios fragmentos.
Fractura por estrés: pequeñas grietas causadas por uso repetitivo, común en atletas.
Todas requieren atención médica, aunque su gravedad y tratamiento varían.
Los síntomas pueden depender de la ubicación y el tipo de fractura, pero los más comunes son:
Dolor intenso e inmediato tras un golpe o caída
Incapacidad para mover la parte afectada
Inflamación, moretones o deformidad visible
Crujido o sensación de que algo “se rompió”
Sensibilidad al tacto o al intentar apoyar peso
En fracturas expuestas: sangrado y exposición del hueso
¡Importante! No siempre hay deformidad visible. Por eso, si hay dolor intenso y persistente tras un trauma, lo mejor es acudir a revisión médica.
Mientras se recibe atención médica:
No intentes mover la zona lesionada.
Inmoviliza la extremidad con una férula improvisada si es necesario.
Aplica hielo para reducir inflamación (nunca directamente sobre la piel).
No tomes medicamentos sin consultar a un especialista.
En caso de fractura abierta, cubre la herida con una gasa limpia sin presionar demasiado.
Busca atención médica inmediata.
El tratamiento depende del tipo, ubicación y gravedad de la fractura:
Inmovilización con yeso o férula: en casos simples.
Reducción cerrada: se acomoda el hueso sin cirugía.
Cirugía (osteosíntesis): se colocan placas, tornillos o clavos para fijar el hueso.
Rehabilitación física: esencial para recuperar movilidad y fuerza.
Control del dolor e inflamación: bajo indicación médica.
La mayoría de las fracturas sanan en 4 a 8 semanas, aunque algunas pueden tardar más, sobre todo en personas mayores o con enfermedades crónicas.
Siempre que se sospeche una fractura, es fundamental acudir con un traumatólogo. Él podrá hacer una evaluación clínica y estudios de imagen como radiografías o tomografía para confirmar el diagnóstico y definir el tratamiento adecuado.