La inmovilización con férulas es un procedimiento fundamental en el ámbito de la ortopedia y la traumatología. Permite proteger, estabilizar y alinear adecuadamente una extremidad o articulación que ha sufrido una lesión, como fracturas, esguinces o luxaciones. Su objetivo principal es prevenir movimientos que agraven la lesión, así como facilitar la correcta cicatrización y recuperación funcional del paciente.
Proteger la zona lesionada: Evitar el movimiento excesivo de huesos o articulaciones comprometidas.
Disminuir el dolor: Al inmovilizar, se reduce la irritación de terminaciones nerviosas y se evita el roce continuo.
Prevenir complicaciones: Una férula bien colocada disminuye el riesgo de daños adicionales en tejidos blandos, vasos sanguíneos y nervios.
Facilitar la rehabilitación temprana: Al estabilizar el segmento afectado, se sientan bases sólidas para un proceso de recuperación eficiente.
Una férula (también llamada “splint”) es un dispositivo rígido o semirrígido que se coloca alrededor de una extremidad lesionada para impedir o limitar su movilidad. A diferencia de un yeso (que rodea por completo la zona afectada), la férula generalmente cubre solo una parte del miembro y suele sujetarse con vendas elásticas o velcros, lo cual facilita su ajuste o retiro para revisiones médicas o higiénicas.
Ventajas de las férulas frente al yeso
Permiten mayor ventilación y, por ende, reducen la sudoración e incomodidad.
Son ajustables y pueden retirarse (bajo supervisión médica) para fines de higiene o control de la inflamación.
Reducen el riesgo de úlceras por presión, ya que no rodean totalmente la extremidad.
Existen múltiples tipos de férulas que pueden variar en función del material, la zona del cuerpo que inmovilizan y el propósito terapéutico. A continuación, se describen algunas de las más comunes:
Uso: Tratamiento inicial de fracturas de muñeca, antebrazo y codo.
Ventaja: Su instalación es rápida y permite controlar la inflamación.
Uso: Lesiones de muñeca, tendinitis o síndrome de túnel carpiano.
Ventaja: Inmoviliza y mantiene la muñeca en posición funcional, reduciendo la tensión sobre nervios y tendones.
Uso: Esguinces, fracturas o dislocaciones de los dedos de la mano.
Ventaja: Evita flexiones o extensiones excesivas que prolonguen la lesión.
Uso: Esguinces graves, fracturas de tobillo o pies.
Ventaja: Facilita la reducción de la inflamación y la revisión de la lesión.
Uso: Esguinces de ligamentos, inestabilidades o post-cirugía de rodilla.
Ventaja: Bloquean el movimiento para proteger la articulación tras un trauma o cirugía.
Evaluación médica completa: El especialista revisa la lesión y solicita estudios de imagen (radiografías, resonancias magnéticas, etc.) para determinar la gravedad.
Selección de la férula adecuada: Con base en la zona afectada, se elige el tipo, tamaño y material (por ejemplo, fibra de vidrio o yeso blando) que mejor se adapte al paciente.
Protección de la piel: Se cubre la zona con una venda o media tubular para evitar rozaduras o irritaciones.
Moldeado y ajuste: El material se adapta cuidadosamente alrededor de la extremidad; se deja secar o endurecer para que la férula mantenga su forma.
Fijación con vendas o velcros: Se asegura la férula para que no se deslice. Es fundamental no apretar demasiado para permitir una adecuada circulación.
Revisión y educación: El médico explica al paciente cómo cuidar la férula, cuáles son los signos de alerta (dolor excesivo, hinchazón, cambios de coloración) y cuándo debe acudir a revisión.
Depende del tipo de férula y de las indicaciones médicas. Algunas férulas permiten retirarlas brevemente para la higiene personal, pero es vital seguir las instrucciones del especialista.
Si presentas hormigueo, cambios de coloración (piel azulada o muy pálida) o inflamación severa en los dedos, es posible que la férula esté ejerciendo demasiada presión. Contacta a tu médico de inmediato.
En general, se recomiendan movimientos suaves y ejercicios isométricos para mantener el tono muscular, siempre bajo supervisión. Tu médico o fisioterapeuta te indicará las rutinas adecuadas.
Sí. En algunos casos se utiliza yeso completo, inmovilizadores prefabricados o soportes ortésicos especiales. La elección depende de la lesión y del criterio médico.