El desgaste de cartílago, también conocido como condromalacia o degeneración del cartílago articular, es una causa frecuente de dolor en las articulaciones, sobre todo en rodillas, caderas y hombros. Aunque suele asociarse con el envejecimiento, también puede afectar a personas jóvenes, especialmente si han sufrido lesiones o realizan actividad física intensa sin el cuidado adecuado.
El cartílago articular es un tejido firme pero flexible que recubre los extremos de los huesos en las articulaciones. Su función es permitir el movimiento suave y sin fricción entre los huesos, además de absorber impactos.
Con el tiempo o por ciertas condiciones, este cartílago puede deteriorarse, dejando los huesos sin protección y provocando dolor, inflamación y rigidez. Este desgaste puede avanzar lentamente, y por eso muchas personas lo ignoran hasta que las molestias se vuelven constantes.
El desgaste de cartílago puede deberse a varios factores, entre ellos:
Edad: con los años, el cartílago pierde elasticidad y capacidad regenerativa.
Sobrepeso: el exceso de peso genera presión constante sobre las articulaciones, especialmente rodillas y caderas.
Lesiones previas: fracturas, esguinces o golpes mal tratados pueden acelerar el deterioro del cartílago.
Movimientos repetitivos: ciertos deportes o actividades laborales desgastan más las articulaciones.
Mala alineación ósea o postural: puede generar fricción irregular y dañar el cartílago.
El desgaste del cartílago puede comenzar de forma silenciosa, pero poco a poco se manifiestan síntomas como:
Dolor al mover la articulación, especialmente al subir o bajar escaleras
Rigidez matutina o después de periodos de inactividad
Crujidos o “tronidos” al mover la articulación
Inflamación leve y recurrente
Disminución de la movilidad
Sensación de inestabilidad o debilidad articular
Un médico traumatólogo puede realizar una evaluación física y pedir estudios como:
Radiografías: para observar el espacio articular y la alineación ósea.
Resonancia magnética (RM): permite ver con detalle el estado del cartílago y tejidos blandos.
Aunque el cartílago no se regenera por completo, sí existen tratamientos para aliviar el dolor, frenar el desgaste y mejorar la calidad de vida:
Medicamentos antiinflamatorios y analgésicos
Condroprotectores: suplementos que ayudan a mantener la salud articular
Terapia física: fortalece los músculos que rodean la articulación y mejora la movilidad
Infiltraciones: con ácido hialurónico o plasma rico en plaquetas (PRP) para reducir la inflamación y el dolor
Cirugía (artroscopia o reemplazo articular): en casos severos donde hay daño avanzado
Debes acudir con un traumatólogo si:
Tienes dolor frecuente en rodillas, caderas u hombros
La rigidez o los crujidos limitan tus actividades diarias
Has tenido lesiones anteriores en la articulación
El dolor no mejora con reposo o medicamentos
Tu movilidad ha disminuido notablemente
Atender este problema a tiempo puede ayudarte a evitar procedimientos más invasivos en el futuro.